Hace dos semanas durante el tiempo de evangelismo con la iglesia local en la que estamos sirviendo en Turquía, conocí a un grupo de jóvenes universitarios. Mientras hablábamos con ellos comenzó a dolerme la cabeza muy fuerte, así que pensé que quizá alguno de ellos tenía dolor y les pregunté. Una de las chicas del grupo dijo que sufre de migrañas, entonces le pregunté si podía orar por ella y me dijo que sí. Después de orar estuvimos hablando un poco más y luego nos despedimos de ellos.

Al día siguiente, después de la reunión en la iglesia, estábamos con otros dos jóvenes turcos que habíamos conocido tiempo semanas antes. Los dos jóvenes habían venido a la iglesia y después de la reunión fuimos a comer con ellos. Después de comer fuimos a buscar una cafetería y mientras caminábamos vimos una que nos llamó la atención. Entramos ahí y para nuestra sorpresa se encontraban los universitarios que el día anterior habíamos conocido en la calle.

En una ciudad del tamaño en la que estamos es muy raro encontrarse a alguien, así que pensé que Dios quería unirnos con ellos y no era casualidad que volviéramos a ver al grupo de universitarios. Ellos nos dijeron que podíamos sentarnos con ellos y entonces comenzamos a hablar.

Uno de ellos se acercó a mi y me dijo: Ayer oraste por una amiga que tiene migraña y desde que oraste ya no le ha vuelto a doler la cabeza. Yo le dije: ¡Gracias a Jesús ella pudo recibir sanidad! ¿Cómo te llamas? Me contestó: Ahmed (por discreción no pongo su nombre real)

Entonces me quedé asombrado, porque el día anterior, antes de evangelizar, le pedí a Dios que me dijera el nombre de alguien que conocería en la calle y me dio el nombre exacto de este jóven. Lo anoté en mi teléfono y estaba registrado la hora y el día en que lo había escrito. Era el único nombre que tenía apuntado.

Le dije: Ahmed, no te lo vas a creer, pero ayer Dios me dio tu nombre y lo escribí en mi teléfono, puedes comprobar que no te estoy mintiendo. 

Él estaba tan sorprendido y dijo: ¿cómo es posible?

Le dije que Dios sabe todas las cosas y que Él quería que nos conociéramos. Entonces le pedí a una de las chicas con las que ya teníamos contacto desde semanas atrás que compartiera su testimonio con Ahmed, porque días antes Dios le había dado unas palabras de ciencia a dos de nuestro equipo con respecto a su vida y oraron por una situación específica. Dos horas después de orar por esta chica Dios contestó la oración! La chica estaba sorprendida y le dijo a Ahmed lo que Cristo había hecho.

Ahmed estaba maravillado. Y realmente todos estábamos sorprendidos de cómo Dios había «orquestado» todo.

Entonces le dije: Ahmed, quiero explicarte qué es lo que Cristo hizo por nosotros. 

Y comencé a explicarle el mensaje de la cruz en la cafetería. Le hablé del pecado del hombre, del amor de Dios, de la consecuencia de nuestra maldad y del increíble sacrificio que Cristo hizo por nosotros.

Creo que una de las cosas que más me maravillan de compartir el mensaje de la cruz es que tiene poder en cualquier cultura y en cualquier país..  El mensaje de la cruz supera espacio y tiempo porque va a la raíz de nuestro corazón. Ahmed se sorprendió mucho cuando supo que Cristo puede perdonar cualquier cosa y que Dios castigó a Cristo para que nosotros pudiéramos recibir misericordia.

Tres días después tuvimos una reunión en la iglesia local con todos los universitarios que hemos conocido. Fue un tiempo increíble. Ahmed invitó a dos amigos. Y esta semana volvemos a tener otra reunión así con más universitarios y con los que vinieron la semana pasada.

Por favor ayúdenme a orar para que Dios siga haciendo su obra en nuestras vidas y en la de cada persona con la que hablamos. ¡Él es bueno!