Crónica: Cómo los discípulos: Aranjuez. Primera parte.

264562_424108557688244_1919882226_nMuchos de vosotros habéis leído las crónicas de los primeros dos viajes que hice con algunos amigos de Madrid. Estos viajes los hicimos «como los discípulos» de Jesús y tener la misma experiencia que vivieron “los doce” (Lucas 9) y “los setenta” (Lucas 10) cuando fueron enviados por Jesús sin dinero, sin comida, sin agua, sin mochila y sin saber dónde dormir.

El destino de nuestro tercer viaje fue Aranjuez, una ciudad famosa por albergar uno de los cuatro Palacios Reales más importantes que existen en España. Este fin de semana ocurrieron muchas cosas por lo que dividiré la crónica en dos partes debido a la longitud de los testimonios. En esta entrada puedes leer la primera parte. Allá vamos!

La noche anterior del viaje le pregunté a Dios qué es lo quería hablarnos sobre este viaje y me encontré con Lucas 12. Te recomiendo que lo leas ya que gracias a ese capítulo mi fe se mantuvo firme en los momentos difíciles del fin de semana. Específicamente los versículos que me marcaron fueron Lucas 12:29-31:

«Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.»

Con estas palabras decidimos que no buscaríamos ni nos preocuparíamos por la comida ni bebida, y que nuestra energía únicamente se concentraría en predicar la cruz, orar por enfermos y amar a la gente en el nombre de Jesús. Todo lo demás vendría añadido.

El sábado 18 de mayo del 2013 nos reunimos 18 personas (12 mujeres y 6 hombres) a las 10:00h en nuestro local en Madrid para orar por el viaje y preguntarle al Espíritu Santo qué es lo que quería hacer. Algo que nos llamó la atención es que tres personas tuvieron la visión del nombre de «Manuel» (nombre en clave por respetar la privacidad de las personas involucradas)  mientras orábamos.

-6Llegamos a Aranjuez alrededor de las 12:45h y nos dividimos en 6 equipos (3 personas por equipo). A continuación vas a leer dos historias que vivieron dos equipos y que corresponden a la visión que nos dio el Espíritu Santo sobre el nombre de Manuel (nombre en clave). Están relacionadas así que te animo a que tengas paciencia y leas las dos, es impresionante cómo Dios obra. Cada una de estos testimonios está narrado por miembros del equipo que lo vivieron.

Primera historia: Manuel Andrés (nombre en clave). Parte 1
(Equipo 1: Miguel Ángel, Marisa y Claudia. Testimonio narrado por Marisa)

Por la mañana nuestro equipo se encontró con un hombre de 68 años que se llamaba Manuel Andrés. (nombre en clave que corresponde al nombre que vimos antes de salir de Madrid). Venía dando voces por la calle anunciando un restaurante donde ir a comer porque se le habían terminado las tarjetas que repartía con la información del restaurante. Caminaba apoyándose sobre un bastón y parecía que tenía un problema en la rodilla. Hablamos con él. Le explicamos quienes éramos y qué hacíamos allí, y le preguntamos qué le pasaba a su rodilla. Nos dijo que le habían operado dos veces y que tenía mucho dolor. La primera vez fue porque tuvo un accidente montando en moto con un familiar. Después de aquella operación, una persona con unas copas de más le había empujado y le había tirado al suelo provocando de nuevo la rotura de su rodilla, por lo que tuvieron que operarle de nuevo. Nos dejó orar por él y el dolor se le redujo considerablemente, aunque no se le quitó del todo. Volvimos a orar por segunda vez y nos confirmó que le dolía mucho menos que antes, pero aún le dolía un poco. Le preguntamos si había perdonado al familiar con el que tuvo el accidente en la moto y nos dijo que sí, pero sin embargo, reconoció que tenía mucho rencor hacia la persona que le había empujado y que deseaba que se hiciera justicia y la metieran en la cárcel por lo que había hecho con él. Le hablamos sobre la cruz, el perdón de Dios de nuestros pecados y sobre la necesidad que tenemos de perdonar para ser libres del rencor y de la amargura. Se puso a llorar y nos contó que lo estaba pasando muy mal económicamente. Reconoció que estaba sufriendo mucho, y que le había pedido ayuda económica a un hermano suyo, pero se la había negado.

Confesó que a su hermano lo había perdonado, pero no quería perdonar a la persona que le había empujado causándole la rotura de la rodilla. Volvimos a orar por él porque continuaba llorando, y nos despedimos. Cuando nos íbamos nos siguió y nos volvió a llamar. Nos preguntó dónde íbamos a comer, y le dijimos que no lo sabíamos porque no teníamos dinero. Nos ofreció ir al restaurante para el que trabajaba e invitarnos a comer un menú que él pagaría cuando cobrara por su trabajo. No se lo aceptamos. Le dijimos que él necesitaba ese dinero y que Dios supliría nuestra necesidad de comida. Antes de despedirnos le dimos un abrazo cada uno. Él seguía llorando. Insistimos en que necesitaba perdonar para tener paz, pero no quiso hacerlo.

Me empezó a doler la espalda, por lo que les pedí a Miguel Ángel y a Claudia que orasen por mí. Lo hicieron, pero el dolor continuaba. Como llovía nos refugiamos bajo la techumbre de una zapatería. Pasaron algunas personas por allí pero nadie nos dejó orar por ellos. Hacía frío y estábamos incómodos. Pensamos en buscar una iglesia y meternos allí para entrar en calor. Cuando íbamos a salir de allí vimos que se acercaba el equipo 2:  (Francisco, Wai y Cristina) con un hombre. Nos saludamos y les preguntamos a dónde iban, y nos dijeron que se iban a comer. Nos preguntaron si habíamos comido y les dijimos que no.

Hago un corte en esta historia porque quiero que leas el comienzo de la segunda historia. Hasta el momento donde el equipo 1 y el equipo 2 se encuentran.

Segunda historia: Manuel (nombre en clave por respetar su privacidad). Parte 1
(Equipo 2: Francisco, Wai y Cristina. Testimonio narrado por Wai)

Al llegar a Aranjuez nos dirigimos al centro de la ciudad, buscando una plaza con terrazas y fuente según lo que Dios nos había mostrado. Hablamos primero con un cubano (Miguel) y con una sra. Italiana (Morena) ambos repartiendo publicidad de restaurantes. Les compartimos el evangelio y seguimos nuestro camino.

Al caminar… empezó a llover super fuerte y a granizar. Nos detuvimos abajo de un edificio para refugiarnos. En ese momento habian otras chicas a la derecha, pensamos en hablarles, pero se fueron de ahí. Luego intentamos con otra señora que se habia refugiado ahí tambien pero se marchó antes de que pudieramos acercarnos a ella. Por lo que decidimos orar para que Dios nos guiara… estaba aún granizando y los tres estabamos bajo el mismo paraguas. Entonces se acercó un señor, con publicidad de otro restaurante, y le dijimos que no teníamos dinero. No le dimos detalles de por qué no teníamos dinero… él nos habló cosas de su vida y luego cuando ya se marchaba dijo: Los invito a beber algo… vengan. Esto nos sorprendió… porque no habiamos insinuando o pedido nada!!! Eran alrededor de las 14:45.

Lo seguimos a este señor. Nos daba verguenza que nos regalara algo al principio pero luego entendimos que esto era de Dios y que habia un propósito. Nos llamo hacia dentro del bar, nos dio bebida y unos bocadillos de pan y queso. Él se movía mucho, entraba y salía del bar así que fue dificil hablarle al principio.

En un momento le dijo a Francisco… «Tu eres evangélico». Hasta ese momento no le habíamos explicado nada de nuestro viaje ni intención… Nos contó que había recibido al Señor hace mucho tiempo pero que ahora estaba muy alejado. Pero que la noche anterior había leído la biblia… y nosotros estábamos impresionados. Entonces Francisco le pregunta… ¿Cual es tu nombre? y el hombre le dice Manuel (nombre en clave que corresponde al nombre que vimos antes de salir de Madrid). En ese momento todo cobró sentido. Manuel seguía moviéndose (conoce a mucha gente del pueblo) y después nos dijo: os voy a invitar a comer.

Nosotros más agradecidos con Dios no podíamos estar… nos estaba mostrando de su fidelidad con estas cosas. Ya estabamos super agradecidos y satisfechos con el bocadillo, pero más que comida esto se iba a tratar de la vida espiritual de Manuel… Dios le estaba llamando por nombre.

Camino a casa de Manuel, nos encontramos con el equipo 1.  Al verles nos preguntaron a dónde íbamos.  Nos dio un poco de miedo que fuésemos muchas personas para comer en casa de Manuel, pero él nos dijo: donde comen 4 comen 7, y en casa tengo a otro más, así que seremos 8.

Primera y segunda historia unidas después de que los equipos se encontraron en la calle y se dirigían a comer en casa de Manuel (Narrada por Marisa y Wai)

Marisa: De camino a casa de Manuel nos preguntó si comíamos de todo a lo que yo respondí que no puedo tomar gluten ni lácteos. Me impresionó la pregunta porque antes de salir de casa yo había pensado que esta restricción alimenticia podía ser un problema en el caso de que nos ofrecieran pan o bocadillos. Por otro lado pensaba que si Dios nos daba pan sería que podía comerlo, aunque médicamente no fuera lo más conveniente. En el fondo sabía que Dios podía darme lo que yo necesitaba y tenía expectativa por ver que sucedía ese día, pero había decidido no pensar demasiado en ello. Si tenía que pasar un día sin comer tampoco me importaba demasiado.  Cuando llegamos al supermercado los chicos acompañaron a Manuel a coger las cosas y las chicas les esperamos  fuera. Cuál fue mi sorpresa cuando salieron con un montón de verduras, ensaladas, arroz, cazón…en fin, todo sin gluten excepto un par de barras de pan. Llegamos a casa de Manuel y mientras algunos se acomodaron en el salón, otros nos ofrecimos a ayudarle en la cocina.

Empezamos a picar las verduras para hacer una paella. Al cabo del rato, me encontré haciendo la paella, y a Manuel ofreciéndome los diferentes ingredientes y diciéndome que pusiera lo que yo quisiera. Apartamos unas berenjenas y algo de pescado para hacerlas a la plancha para mí en una sartén diferente, sin harina. Yo alucinaba mientras cocinaba. Dios nos había preparado una comida espectacular (ensalada, berenjenas, paella, cazón, helado e infusiones), y no solo eso, sino que me había puesto “al mando” de la cocina para asegurar que mi comida no tuviera gluten. Mientras cocinaba en casa de Manuel, me di cuenta de que ya no me dolía la espalda, y no me volvió a doler después.

Wai:  Mientras preparábamos la comida y la mesa le seguíamos hablando de Dios a Manuel… Él nos citaba versículos biblicos y realmente parecia a ratos que  él nos predicaba a nosotros. Nos admitió su problema con el alcohol y las mujeres. Nos mostró los poemas que le ha escrito a Dios, y eran bellisimos! Tambien nos contó que hace 2 semanas había estado orando en el jardín y llorando porque le pedía a Dios que cambiara su vida. Luego oramos por los alimentos y comenzamos a comer.

975928_10151625054757451_1849823293_n962014_10151625054777451_675714907_nMarisa: Seguimos hablando con Manuel durante la comida. Él sacó su biblia y la leímos. Oramos. Con nosotros también estaba Joaquín (nombre en clave), un chico de aproximadamente 30 años al que Manuel alquila una habitación. Compartimos el mensaje de la cruz con Joaquín, que se declaraba ateo.

Manuel se abrió mucho con nosotros. Nos dijo que había pasado por una situación personal muy difícil, que había sufrido mucho, pero que creía que gracias a Dios había podido salir de ella airoso. Nos dijo que una día, habiendo bebido unas copas de más, se había abalanzado sobre un hombre mayor, habían caído al suelo y al hombre se le había roto la rodilla. Todos nos miramos.

Empezamos a atar cabos, y efectivamente, se trataba de Manuel Andrés. Manuel era el hombre que Manuel Andrés no quería perdonar. Manuel nos contó que Manuel Andrés le había provocado, y al llevar unas copas de más actuó violentamente sobre él. Lo pasó muy mal porque su intención no había sido causarle tanto mal. Le había ido a visitar casi todos los días durante los meses que estuvo en el hospital. Manuel Andrés le había denunciado, pero el juicio salió favorable para Manuel.

Manuel le había ofrecido dinero a Manuel Andrés como compensación, pero Manuel Andrés no lo había aceptado, quería más.

Pasamos en su casa más de cinco horas mientras fuera llovía y granizaba. Manuel se preguntaba por qué había vuelto a salir a relucir el incidente con Manuel Andrés, y si Dios quería algo con ello. Volvimos a orar, a entregar la situación en manos del Señor y a pedirle fortaleza para que Manuel pudiera volver a él y dejar todo lo que le ata. Le dejamos uno de nuestros teléfonos y nos despedimos de él.

Esta historia me fascina. El amor que Dios tiene por las personas es increíble. Dios nos conoce por nombre y él desea sanar nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Aún sigo meditando en la historia de Manuel y Manuel Andrés y la manera en la que Dios hila todo. Él tiene un plan mucho más alto que el nuestro y anhela usarnos para restaurar vidas de otros.

No te pierdas la segunda parte de la crónica. Podrás leer más testimonios de lo que Dios hizo el resto del fin de semana.

10 comentarios en “Crónica: Cómo los discípulos: Aranjuez. Primera parte.

  1. ¡¡¡¡GUAUUUU!!! QUÉ GUAY LAS COSAS QUE HACE DIOS CON VOSOTROS. Dios os bendiga. PD: me quedo con la intriga porque estoy de exámenes y tengo poco tiempo para pasar a internet…
    .
    PD: podíais rezar por sanación por mí, tengo algunos pequeños achaques pero el peor de todos es una hurticaria en el culo que pica un huevo y que el dermatólogo no me ha resuelto (me araño hasta sangrar), si se me curase sería una bendición… (También conozco gente enferma, si quieres te doy la lista).

  2. Erik Ramos dijo:

    Felicidades, que Dios les siga usando. Escribo desde México y como jovén veo que son un modelo distinto de los grupos de jóvenes actuales, adelante.

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